Estados Unidos abandona Afganistán para centrarse en China

 ESTADOS UNIDOS ABANDONA AFGANISTÁN PARA CENTRARSE EN CHINA.

El nuevo giro de guión con el que la administración de Joe Biden ha sorprendido tanto a propios como a extraños el pasado miércoles, no ha dejado a nadie indiferente. El comunicado de retirar todas sus tropas de Afganistán se podría interpretar como la firme convicción de Estados Unidos de que el mayor peligro  para sus intereses reside ahora en otra parte del mundo, y quizás sea China.

A día de hoy, ya no es ningún secreto para nadie que el "Gigante Asiático" se ha coronado en los últimos años como la peor pesadilla del "país de las grandes oportunidades", lo que a su vez, también le coloca como el blanco ideal cuando se busca un posible sustituto en el que se pueda derrochar toda esa energía económica y militar que se va a ahorrar Estados Unidos cuando empiece a dar cumplimiento a sus palabras.

El sorprendente giro en la estrategia geopolítica de Estados Unidos pone de relieve la sensibilidad con la que se piensa tratar cualquier asunto relacionado con China, y es que a diferencia de sus antecesores, Joe Biden quiere mirarle a la cara a Xi Jingping a la hora de competir por la hegemonía mundial.

Según cálculos se estima que la primera potencia mundial mejoraría su poderío económico ahorrándose la suculenta cantidad de 1 billón de dólares, aproximadamente, que es lo que le costaba mantener vivo el proyecto en Afganistán, y quién sabe, perfectamente podrían ser utilizados para reforzar la nueva prioridad en los planes de la inteligencia norteamericana.

Dentro de los planes de Joe Biden está la tajante convicción de que a partir del 1 de mayo, sus militares ya deberían estar pisando suelo estadounidense, y si por lo que sea el plan sufre demoras, en ningún caso se podrá superar el 11 de septiembre, que es cuando la guerra en Afganistán cumpliría sus 20 años.

Se trata de apuntar el foco justo en el problema, y para eso, se pretende eliminar las distracciones. Y en la actualidad, temas como el 5G o las alianzas de China con África  y gran parte de América del Sur han ganado mayor preponderancia en la agenda estadounidense frente al supuesto miedo que representa Al Qaeda y sus ataques terroristas en todo el mundo.

Para los demócratas, Estados Unidos llega tarde a la reivindicación de un espacio que ha sido tradicionalmente el suyo, de allí que ya no sea inteligente seguir subestimando la fuerza china, y por lo tanto, tampoco se recomienda escatimar los recursos económicos o militares para frenar la clara línea de desarrollo que se han marcado desde Pekín. Se trata de corregir, cuanto más pronto mejor, la alta relevancia internacional que ha cobrado China con el permiso de Estados Unidos, quien se quedó dormido pensando que lo tenía todo hecho.

Por lo que se sabe del último congreso, se puede resumir en que China no tiene ni la mínima intención de levantar la pierna del acelerador por voluntad propia, y eso sumado al ego estadounidense que está acostumbrado a gobernar el mundo en solitario. Entre ambos, no hacen más que garantizar la alteración del mapa de conflictos mundiales situando esta vez a China como el enemigo público número uno de los Estados Unidos  desplazando a Rusia.

No obstante, cualquier enfrentamiento entre esos dos tendrá consecuencias mundiales. Incluso para un pequeño país como Guinea Ecuatorial, que mira más en el espejo de China que a Estados Unidos.

Pero bueno, por ahora se trata de una simple retirada de Afganistán, donde no se ha conseguido acabar con la influencia de Al Qaeda, pero los estadounidenses se llevan bajo el hombro un buen botín: la muerte de Osama Bin Laden.