la culpa es de los extremistas
LA CULPA ES DE LOS EXTREMISTAS Si con el siglo que está corriendo seguimos idealizando al deportista como alguien que le debe fidelidad a una bandera, a un escudo o a unos colores, es porque en el fondo no entendimos bien las reglas de juego. Deberíamos partir, en todo caso, por entender la enorme empresa que descansa en las espaldas del éxito de un futbolista o deportista cualquiera, para llegar a visualizar el enorme rompecabezas en el que está éste embebido y que funciona, en base a qué decisiones debe él tomar en momentos puntuales. Imaginemos, por ejemplo, qué estaría pasando por la mente de una jugadora experimentada como Jade Boho Sayo, para que ésta, de la noche a la mañana y después de ser campeona de África y de haberse apuntado para jugar en la máxima competición mundial, decida renunciar públicamente a la nacionalidad de origen de su madre, la cuál entre otras cosas le aportó el peso de su currículum. Una de las cuestiones que nosotros obviamos, evidentemente como