La UNGE trata de resolver un problema creando otro

 LA UNGE TRATA DE RESOLVER UN PROBLEMA CREANDO OTRO.

Desde que Guinea Ecuatorial también se ha sumado en esa espiral de las consecuencias de la Covid-19, una de las materias pendientes sin resolver ha sido; cómo seguir garantizando el tráfico de las clases pese a la pandemia.

Ese interrogante, debido a su importancia, siempre se ha colado en los grandes debates sociales hasta tal punto de que se han forjado diversas teorías con el fin de encontrarle alguna solución. El último en presentar su remedio ha sido la universidad pública del país, quién ha formado a profesores para impartir clases de manera virtual para así dar continuidad a algo, que lleva atascado desde hace cuatro meses. 

Curiosamente, el primer verdugo al que se enfrenta ese postulado es el mismísimo rector de la UNGE, quien no termina de ver cómo esa estrategia podría ayudar a avanzar cuando una mayoría importante de los estudiantes no cuenta con el material necesario para acceder a la red, donde supuestamente estarán los libros con los que los profesores imparten normalmente las clases.

En el mejor de los casos ésta siempre sería una salida, pero lamentablemente, también están algunas variantes que sí o sí, igualmente, deberían ser materia de discusión como son: la calidad del funcionamiento de la red o el precio de la misma. Por las propias reglas de protección contra la Covid-19 hemos de descartar cualquiera opción de concentración en grandes masas; de allí que el paseo marítimo no sea, en este caso, sinónimo de ayuda alguna.

No obstante, la UNGE se ha empeñado, desde 2020, en que la solución al estancamiento que sufre la formación universitaria pasa por la creación de un Campus Universitario. Evidentemente, posiblemente esa sea la fórmula adecuada en tiempos de pandemia, pero también (debido a todo lo arriba explicado) es inevitable la sensación de que la universidad, sólo quiere escurrirse el bulto y tirarlo en el tejado de los estudiantes, porque luego serán ellos los que tengan que hacer malabarismos para ponerse al día.

La fórmula Frankenstein, como alguna vez alguien le llamó a la idea de la universidad, no es en el fondo ningún planteamiento malo ni mucho menos descabellado, simplemente que se trata de una herramienta que se pretende utilizar en un ecosistema en el que se va a notar muy poco sus efectos.

Y posiblemente, teniendo en cuenta todas las carencias que sufre la misma universidad como su estudiantado, las cuales han sido señaladas en el informe técnico de la formación que ha clausurado la UNGE el pasado 6 de abril, conviene considerar al proyecto como si algún experimento se tratase. Donde, desde luego, los 6mil 0 7mil estudiantes de la universidad no están todos obligados a participar, ni tampoco el futuro académico de ninguno esté sujeto a ninguna evaluación.

Atendiendo a este planteamiento, las ventajas que obtiene la UNGE son mayores, porque así refuerza a partir de datos  científicos su postura de que hay que recurrir a lo virtual para poder continuar con las clases, por lo menos en Bata y Malabo. 

Comentarios

  1. Pues ya ven, de esto se trata.
    El problema, además, se ha generalizado, no vamos a centrarnos únicamente en la universidad, sino también en los mismos colegios e institutos -aunque al menos estos llevan a cabo un método que singularmente funciona.
    El problema que se plantea en la universidad -la famosa formula Frankenstein- supone un retroceso en la adquisición de conocimientos de parte del estudiantado, y además, es una barrera hacia la culminación de sus estudios. Es un mero retroceso y aumento de años en las respectivas careraac optadas por los estudiantes.
    Evidentemente, el mejor modo de suplir la problemática no son las clases online: si ni para comer bien tengo, donde saco para red...
    Habría que indagar y sopesar mejor las condiciones que nos “inventamos”... Vale!

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