Prefiero que mis "políticos" hablen en castellano

PREFIERO QUE MIS "POLÍTICOS" HABLEN EN CASTELLANO.

Por: Leoncio Marquez M.

Es fácil notar cuándo un país está por la labor de ser potencia más allá del patio trasero de su  casa. Hay que sólo mirar en cómo sus embajadores y demás representantes políticos se comportan frente a homólogos o a medios de comunicación de canales extranjeros. Gestos tan singulares que a primera vista nos pueden parecer detalles carentes de ningún valor, pero, que en el fondo, allí se esconde la capacidad de empezar a discutirle, sutilmente, el liderazgo a cualquier otro país, o para empezar a plantar las semillas que en un futuro harán mejor nuestra imagen frente a cualquier escenario internacional. 

Detalles como el idioma, por ejemplo, han catapultado a grandes picos, a países que de no haberlo tomado como una cuestión personal, todavía seguirían arrastrándose en el fango del anonimato, tratando de abrirse caminos en un espacio que ya está tradicionalmente repartido. Un ejemplo de ese éxito es, China. 

Lo que hoy conocemos como: el gigante asiático, hasta hace poco, sólo lo era en términos de extensión territorial, pero gracias a un cambio de mentalidad, hoy en día, también es evidente su influencia en asuntos de geopolítica mundial. De allí que los expertos insistan en que podría ser éste el sustituto de los Estados Unidos de América, en el cargo de la primera potencia mundial, de aquí a muy poco tiempo. No obstante, y de acuerdo con una filosofía china: cualquiera distancia de mil kilómetros, se empieza recorriendo con un primer paso. Y a todos nos consta que el primer paso que dio China, fue colocar al Chino Mandarín como uno de los idiomas más hablados en todo el mundo, para ejemplos: allí tienen al Instituto Confucio reclutando a ecuatoguineanos para hacer más extenso su círculo de hablantes en todo el mundo. Poquito a poquito, se ha ido construyendo una comunidad de hablantes, que al igual que las ambiciones políticas chinas, también aspiran a dar el sorpaso al inglés. Lo cual le ha convertido al Chino Mandarín, como el segundo idioma más hablado en el mundo entero, mientras aguarda, tranquilo, que el inglés vaya perdiendo simpatizantes por su propio peso.

En el caso de Guinea Ecuatorial, una de las cosas que con insistencia hemos salvado, es nuestro empeño por ser el único país africano que tiene como primera lengua, el Castellano, o por lo menos, esa es la tesis de partida que defendemos en nuestra Constitución en su artículo 4, inciso 1. Llegados a este punto, sorprende ver a representantes ecuatoguineanos hablar en lenguas extranjeras, frente a medios de comunicación extranjeros, sólo y por la sencilla razón de encontrarse fuera del territorio nacional.

¿Alguien se acuerda haber visto a Qi Mei, la embajadora de China, acreditada en Guinea Ecuatorial, hablando en Castellano en alguna de sus apariciones, semanales, en la televisión pública? 

Esa pregunta se responde a sí sóla con un rotundo "no". Es difícil, para no decir imposible, ver a los embajadores y embajadoras acreditados en Guinea Ecuatorial, hablar en idiomas que no sean sus oficiales. También, es cierto, que algunos como Susan N. Stevenson (la embajadora de los EE.UU.) o Olivier Brochenin (el embajador de Francia) solían hacer el intento por hablar en nuestro idioma, pero que rápidamente se les nota la falta de práctica.  Y aunque sea loable el espíritu políglota del ecuatoguineano, es evidente, que los señores embajadores con misiones en Guinea Ecuatorial, tienen claro la importancia de la lengua, a la que consideran algo más que una simple herramienta de intercambio de ideas, hasta tal punto, de que la embajada estadounidense no recibe ningún documento que no esté correctamente traducido al inglés. 

Como africanos que han sufrido la experiencia de la colonización, deberíamos ser los primeros en reconocer el poderío de las lenguas, pero, por qué éste no es el caso del ecuatoguineano que,  después de doscientos años de aculturamiento y de adoctrinamiento español, siguen sin darle la importancia que se merece su idioma. Probablemente, estemos frente a algún complejo de inferioridad o de algún síndrome de sobre exhibicionismo, pero que en todo caso deja patente el poco éxito de la estrategia geopolítica ecuatoguineana en el espacio comunitario. Pero por otro lado, también, deja sin argumentos a los que consideran un éxito el reconocimiento del Castellano como lengua de trabajo en la Unión Africana, ya que nadie la utiliza.

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