Adiós, Laurent Monsengwo

ADIÓS, LAURENT MONSENGWO.

Qué es lo que sabemos. Pues, que ha muerto o se ha apagado una de las voces más críticas contra el Gobierno de Joseph Kabila en la República Democrática del Congo. El cardenal de Kinshasa muere en Francia a los 81 años tras evitar una posible perpetuación de Kabila en la presidencia congoleña.

Por: A PIE

El arzobispo estaba enfermo, más o menos como su país, el cual debe debatir entre el hambre, la inseguridad social y el ébola. Esos tres, mezclados en forma de coctel, son la pesadilla de Fridolin Ambongo (sucesor de Monsengwo en el obispado) y Félix Tshisekedi (presidente de transición de congo). A ambos les toca demostrar que están a la altura de sus respectivos antecesores si quieren sobrevivir en unos cargos que nunca están exentos de polémicas.

El cardenal, Monsengwo, ha sido un hombre conocido por su defensa a la libertad de expresión, y por su franqueza a la hora de dirigirse a su pueblo, tanto, que a pesar de su condición de clérigo nunca dudó en desempeñar un cargo político para su país, lo cual le ha valido un enorme respeto en el plano social y eclesiástico que ha trascendido hasta su muerte.

En el plano cristiano-católico Monsengwo sobresale por sus muchos estudios. Es el primer africano que obtuvo un doctorado en Sagradas Escrituras. Su muerte, un palo gordo que todavía pesa en la mente de cualquier congolés, es también el vacío que se crea en el Vaticano donde fue elegido, entre los ocho cardenales de todos los continentes, para apoyar al papa en la reforma de la Curia Romana.

De la figura de Monsengwo no se puede extraer más que: su gran respeto a la vida social, eclesiástica, y política de la nación; en la que a través del diálogo "reconcilió a su pueblo". Esa gran contribución ha sido muy significativa para el progreso de su país.

Posiblemente, Laurent Monsengwo, muere en un momento muy crucial para la suerte democrática de la RDC, donde con Kabila fuera de la presidencia habría sido útil la presencia de una voz madura, curtida en experiencia, y que cuyo tono no sólo sea reconocido por sus ovejas sino también, respetado. Pero, lamentablemente, nadie es dueño de su vida ni si quiere el ex arzobispo de Kinshasa.

Monsengwo, se ha ido para descansar eternamente y, está claro que no ha podido llegar al acto de la consolidación de la paz en Congo: paz, con la que ha soñado más allá del surrealismo congolés, y por la que tuvo que enfrentarse con garras. En síntesis, Congo necesita a otro Monsengwo comprometido con la verdad y la justicia, esperemos que ese hombre sea, Fridolin Ambongo. 

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