Ha visto el monstruo que ha creado, y le ha entrado miedo

HA VISTO EL MONSTRUO QUE HA CREADO, Y LE HA ENTRADO MIEDO.

Llámenlo profesionalismo o si lo prefieren, pueden llamarlo; respeto a la intimidad individual de las personas, pero, lo cierto es que Norberto Olinga, el fisgón por excelencia que se ha visto en nuestra televisión pública, se acobardó el pasado lunes al comprobar lo maleducado que ha transformado, su programa, a buena parte de su audiencia.

Se trata, sobre todo, de mujeres que durante los muchos años que el programa "VIVENCIAS" lleva existiendo en antena, han visto en su presentador un especie de confesor al que pueden contarle, sin tapujos, toda clase de desgracia o pena por la que estuvieran atravesando, a cambio: él se compromete a divulgarlo con el fin de generar empatía, conciencia, y en algunas ocasiones; el programa ha servido de puente para que personas "pudientes" ayudasen a alguien que estuviese realmente en extrema necesidad.

Pero, con el paso del tiempo, parece que hasta Norberto Olinga se ha dado cuenta de que aquello que le había catapultado al éxito, en 2021, ya no se lleva, y ante tal golpe de realidad al presentador no le ha quedado más remedio que recular. Sin la previa consulta o consentimiento de su audiencia, o como les llama él: "queridos telespectadores".

Y la prueba de que "VIVENCIAS" sólo busca historias sin que se pare nadie a explicarle las bases de participación a los protagonistas, lo vivimos en el programa del pasado lunes: cuando una señora, motivada más por el enfado y el despecho, se puso a airear cómo su exmarido, y ella, atravesaban por el camino de las penurias mientras éste sólo era un zapatero más en el mercado Mondoashi (Bata). Y pese a las sutiles advertencias de Olinga, la señora no parecía prestarle mucha atención. Y como cualquier buen devoto que empieza a respetar la deontología para una televisión sana, el presentador, que también hace de director de "VIVENCIAS", no le quedó más remedio que cortar de manera abrupta la entrevista.

Aquí, seguro que algún experto en televisión saldrá a recordarme la importancia del factor tiempo en las pantallas. Pero, desde que "VIVENCIAS" es "VIVENCIAS" el programa casi siempre se ha retransmitido en diferido de tal forma que esos detalles se pueden corregir en el momento de editar y montar la pieza, y así evitamos esos desafortunados malentendidos que se generan de manera innecesaria, al tiempo que se sigue garantizando el atractivo del programa.

Hay que recordar que "VIVENCIAS" es el programa más longevo que sigue existiendo en la parrilla de la televisión pública, y que su éxito, en Malabo, ha sido similar al de las telenovelas en los primeros años del 2000, cuando el público malabeño apenas empezaba a descubrir el atractivo de los culebrones. Su fama era tal, que la gente utilizaba lo visto en "VIVENCIAS" como tema de conversación en bares o en lugares de trabajo. Sobra decir que había un público adicto a las cosas que pasaban en "VIVENCIAS".

Hoy, todo esto ya es historia. "VIVENCIAS" aún no ha muerto, pero está a punto de hacerlo. Buena culpa de ello la tiene su presentador, y director del programa, que no ha sabido adaptar las ideas de respeto a la intimidad e integridad individual de las personas, en un programa de televisión donde buena parte de su audiencia tienen un nivel intelectual muy por debajo del suyo.


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