Hasta Gajo lo hace mejor

 HASTA GAJO LO HACE MEJOR

Después de tres décadas como ecuatoguineanos estas fueron las primeras oposiciones que, de manera pública se convocaba, y que de manera plural, todos partíamos con las mismas probabilidades de ganarnos algún que otro puesto en la Administración Pública. Para los que nacimos en los noventa esta era nuestra primera experiencia y esperamos, no sea la última.

En aquel domingo me levanté como la mayoría de los ecuatoguineanos. Como un autómata me dirigí directo a mi lugar de examen, dispuesto a comérmelo en cuestión de segundos, porque luego tenía que hacer el mismo examen pero en otro lugar diferente. Allí estaba yo, a las nueve con su en punto, clavado con mi cara de desempleado queriendo competir por un puesto de trabajo, en una administración donde las sillas y los ordenadores mueren de aburrimiento, y de polvo, porque no hay personas que los hagan sentirse vivos.

Si me preguntan si es así como debería ser, yo prefiero no entrar en ese debate. Porque me parecía más importante, que después de treinta años, alguien se acordase de los que no tenemos padrinos para meternos aunque de forma "ilegal" en la lista de los que, sin apenas superar los veintiocho, ya son reconocidos como funcionarios, pese a que: ellos, a igual que el resto, llegamos tarde al tiempo de gloria ecuatoguineano.

Cuando asomé mi cara de bubi por la puerta del Colegio Claret ni me sorprendió ver a tanta gente acumulada esperando lo mismo que yo. Hablando descubrí a tantos desempleados y a tanta gente en paro que hasta me pareció más ridículo que solo hubiese 4mil puestos en juego. Pasó las nueve, comenzó la lluvia, era tan singular el acontecimiento, que ni ella quiso perdérselo; sin embargo, los exámenes no llegaban.

Para que nos entendamos: un retraso de tan solo 0,1 segundos de parte de la comisión examinadora suponía hacer malabarismos para los que, como yo, teníamos otro examen programado, por ejemplo, en el Colegio Adventista. Ya sabíamos el problema del ecuatoguineano con las horas, pero nos imaginábamos que por la situación que teníamos entre manos, por esta vez, habría alguna rara excepción.

Como decía, comenzó el baile de las horas. El examen que estaba programado a las 10:40, tuvo lugar a las 12 menos (por lo menos en Claret) y con ese zafarrancho la gente comenzó a ver como empezaba a reducirse sus probabilidades de las que antes les hablaba, ya ni les hablo del lío con los códigos.

Pero ese no era el colmo, ni de lejos. Resulta que horas antes, Función Pública había publicado una circular donde anulaba un examen (1B) alegando filtración por parte de "una de las imprentas colaboradoras". En alguna línea de ese texto se puede leer que desde el Ministerio se promete represalias jurídicas contra los supuestos "delincuentes".

No se trata de ningún sarcasmo, por mucho que lo parezca. Porque, que un Ministerio como la Función Pública carezca de impresoras es un tema serio, tan serio, como que se quiere llegar hasta los tribunales con un tema que podría salir perdiendo el propio Ministerio, si a la hora de entablar relación con las distintas reprografías no se incluyó ningún  acuerdo de confidencialidad.

Y no sé, pero de pronto se me pasó por la cabeza, que Gajo lo hacía mejor. Caí en que mi código estaba, junto con mi nombre, en una lista que me llegó por wattsapp. Donde cualquier persona con un teléfono android podría hacer el examen en mi lugar porque, además, conoce mi número de DIP. Creo que, y volviendo al tema del Ministerio, las filtraciones estaban garantizadas desde minuto <<o>>.

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