El niño de cristal


El colmo de todas las decisiones de la presidencia azulgrana es creer que un chico de 18 años, que todavía sigue sin saber dónde tiene el pie izquierdo, sea el encargado de recoger las castañas cuando aún siguen en el fuego.

Por: Leoncio Marquez -Malabo

Al final va a ser cierto aquello de que el feng sui del F. C. Barcelona en general es lo que está fallando. Tal vez, porque alguien habrá distribuido los muebles de manera equivocada, de tal forma que ahora se le empieza a acumular las desgracias al club azulgrana a un nivel que muy pocas veces se ha vivido en la historia del club. Y no será por haber reelegido a Joan Laporta como presidente, y a Ronald Koeman como entrenador.

Básicamente, el asunto gira entorno a lo mismo, que es que esa junta directiva, que ahora gobierna el Camp Nou, nunca ha terminado de contar cuáles son sus verdaderas intenciones, ni siquiera durante las elecciones, o cuál es el modelo de F.C.Barcelona que piensan heredar a la siguiente junta que muy pronto les va a sustituir como sigan a este ritmo que van. Y es que si por algo se va a recordar el regreso de Joan Laporta, será por su incapacidad de tomar a tiempo las decisiones o, simplemente, por tomarlas mal.

Aún duele aquella marcha repentina de Leo Messi del F. C. Barcelona, cuando parecía que todo el mundo entendía que por lo menos le quedaban dos años más al argentino. Y Joan Laporta que, hasta el último día nunca se cansó de decir lo mismo: no hacía más que asegurar que la enésima firma del crack con el club estaba más cerca de suceder; cuando sin darse cuenta nadie, lo que estaba sucediendo era la firma de Messi con el PSG. Y claro, había que echarle el muerto a alguien, y menos mal, que allí estaba Tebas para hacer de efecto pantalla o de come marrones: todo lo que haga falta para justificar su cargo de presidente de la Liga.

Hasta la marcha de Griezmann, que siempre aparecía fuera de plano en el Barça, todo apuntaba que la sangre no iba llegar al río, pero si a la marcha del francés le sumas la del argentino y la de Luis Suárez; y derrotas tan humillantes como 0-3 contra Benfica o el 0-2 contra el Atlético de Madrid, lo que se obtiene como resultado es una debacle de grandes proporciones, como la odisea en la que en esos momentos está metido el club. Sin embargo, el colmo de todas las decisiones de la presidencia azulgrana es creer que un chico de 18 años, que todavía sigue sin saber dónde tiene el pie izquierdo, sea el encargado de recoger las castañas cuando aún siguen en el fuego.

Y el pobre Koeman, cuyo único pecado fue acoger al club de su vida cuando hasta Xavi Hernández lo rechazaba, ahora asiste a los partidos como reo que se pone frente al pelotón de fusilamiento esperando que le metan el tiro de gracia. Mientras tanto, allí tienen al flamante 10 que por ahora solo se le saca cuando el equipo va a dos goles detrás del marcador, para que con su regateo termine disimulando el enfado del hincha, en una eterna esperanza en el futuro. Al fin y al cabo, los estadios no están muy lejos de parecerse a un circo, pero cuidado que el chico no se lesione, ya saben que está hecho de cristal.

El miedo con los superhéroes de cristal, como Ansu Fati, suele estar en que muy pronto se agudiza la sensación de que son "pan para hoy, y hambre para mañana", sobre todo, si han tenido que pasar por cuatro intervenciones quirúrgicas para que puedan volver a chutar un balón. Por ahora, los resultados del guineano-español lo dicen todo: en cuatro partidos sólo ha marcado un gol y ha dado un pase de gol. Muy poco para alguien que está llamado a ser el sustituto de Messi, peor si es en medio de las turbulencias que ahora mismo cubren el cielo azulgrana.

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