El bombero de la Moncloa


El actual Jefe del Gobierno ha sobrevivido como cabeza de cartel, con una fórmula de gobierno que hace aguas desde su primer día y al que él se ve obligado a achicar constantemente. A esto hay que sumarle la gestión de una pandemia, el debilitamiento de la Unión Europea y, la guerra en Ucrania.

Leoncio Marquez . _Malabo

Va a ser cierto eso de que, las cucarachas y las garrapatas sobreviven incluso a las situaciones más hostiles que los humanos no son capaces o, que por el contrario, los gatos viven siempre una séptima vida en contraste a lo que suelen vivir normalmalmente los humanos corrientes. No obstante, rara vez aparece una clase extraordinaria de humanos cuya formación no dista en asemejarse al de las garrapatas o al de los gatos.

Para diferenciarles, a menudo suele ser suficiente con tener claro que los humanos son, sobre cualquier cosa, animales bípedos con una alta capacidad de razonamiento, mientras que las cucarachas no distinguen su izquierda de su derecha, pero con un alto sentido de supervivencia que compite con la supuesta superioridad humana, sobre todo, porque esos últimos, son los únicos animales capaces de tropezar con la misma piedra tropecientas veces.

Por fortuna, estos humanos extraordinarios, no ocupan un porcentaje importante dentro de la demografía global o mundial, pero cada vez que aparecen, obligatoriamente deben tener relación con las más altas posiciones de poder. Un ejemplo de ese género de humanos es el que gobierna esos días España. En el caso de Guinea Ecuatorial -que aquí también han habido ejemplos- esa característica se puede observar en Macías Nguema Biyogo.

Para los que de buenas a primeras no le encuentran el parecido entre Pedro Sánchez y Francisco Macías, han de fijarse en que, ambas personalidades irrumpieron en el espacio de poder cuando casi nadie daba por aprobada su presencia. Y, sobre todo, hay que observar cuán costosa supone salvar esas clases de gobiernos, de tal forma que, cualquier mínimo detalle es suficiente para generarlos.

Obviamente, los gatos y las cucarachas no necesitan formar gobiernos, como tampoco necesitan de alguien que les gobierne. Pero, desgraciadamente, los humanos, sí. Y es a partir de esa necesidad antropológica que se descubre dónde reside la verdadera peculiaridad de esa especie de humanos. Por regla general, se hacen fuertes en mitad del descontento social. Tienen claro que han perdido la confianza del pueblo al que gobiernan, pero nunca contemplan la posibilidad de abandonar el barco. Son, por encima de cualquier cosa, sobrevivientes. Como las cucarachas y las garrapatas, ¡vamos!

Véanse el ejemplo en el Bombero de la Moncloa, Pedro Sánchez. El actual Jefe del Gobierno ha sobrevivido como cabeza de cartel, con una fórmula de gobierno que hace aguas desde su primer día y al que él se ve obligado a achicar constantemente. A esto hay que sumarle la gestión de una pandemia, el debilitamiento de la Unión Europea y, la guerra en Ucrania. Solamente la pandemia ha enterado hasta tres prometedoras carreras políticas, como son la de: Pablo Casado, Albert Rivera y Pablo Iglesias. Les recuerdo que esos tres aparecieron con el compromiso de regenerar la política española. Pero, lamentablemente, eran unos simples bípedos con alto nivel de raciocinio y sin ninguna clase de peculiaridad, como después se ha podido demostrar. Porque Pedro Sánchez, el cuarto en discordia, sigue allí, en la Moncloa.

En realidad, las garrapatas también tienen sus días de decadencias. Y los gatos, después de su enésima vida, finalmente se encuentran con la muerte. Algo similar puede pasar con el señor Sánchez, pero dudo mucho que sea antes de 2023.

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