Cesar por cesar

El Poder Judicial de un país que aspira a ser democrático, no puede nunca estar supeditado a las voluntades de otro poder como el Ejecutivo.

Leoncio Marquez M. -Malabo

Estamos tan mal, periodística y políticamente hablando, que no sé si me preocupa más: el que el Gobierno de la República haya podido cesar a todo un presidente de la Corte Suprema de Justicia, como si se tratara de cualquier otro funcionario y, sin que nadie se depare en sospechar de que, el simple hecho de llegar a esa situación echa a la basura cualquier discurso de que Guinea Ecuatorial, es un país que respeta la separación de poderes tal y como lo reconoce su Constitución.

Llegados a este punto, las palabras como, Constitución, democracia y sus respectivos sinónimos y significados, hoy más que nunca se hacen necesarios hablar de ellas poniéndolas siempre unas comillas, toda vez que las utilicemos queriendo hacer referencia a Guinea Ecuatorial. Y a las pruebas les remito, porque aunque se diga después de que Guinea Ecuatorial es un país, que vive su "ensayo democrático", lo normal suele ser que, hasta en el más estricto ensayo hayan procedimientos que cuentan con las garantías de que sí o sí, se los va a cumplir, en caso contrario se estaría dando la bienvenida a la dictadura.

El Poder Judicial de un país que aspira a ser democrático, no puede nunca estar supeditado a las voluntades de otro poder como el Ejecutivo, por el simple hecho de que existe una frontera que reconoce y delimita los alcances de cualquiera de los tres Poderes de este Estado. Hacerlo, en todo caso, significaría dinamitar el poco equilibrio necesario para salvar la sana convivencia entre los Poderes.

Tal vez para el ecuatoguineano de a pie cesar a un juez cualquiera y nombrar a otros, siempre que vengan en forma de decreto presidencial, puede pasar desapercibido e incluso inadvertido, porque, obviamente, el ecuatoguineano vive más pendiente de saber cómo trae el pan a la mesa y, no de conflictos burocráticos que en nada resuelven sus problemas del día a día. Pero también, están los jueces, abogados, perritos judiciales y fiscales, todo un gremio, que saben que, cuando los gestos atrevidos de otro Poder se hacen tan omnipresentes, hasta el punto de nombrar o cesar al máximo representante de la Corte Suprema de Justicia, es porque en el fondo se trata de un mensaje a navegantes de que, en realidad, nadie está a salvo.

Por eso no me sorprende tanto que en pleno desplome del Poder Judicial y la aniquilación de la utilidad de la Constitución, el Secretario General del partido que se dice líder de la oposición ande llorando la muerte de un exministro español, en un sincero gesto de reconocimiento de lo grande que le queda esa situación. 

Pero, si en realidad hay algún colectivo que se ha retratado a sí mismo en todo ese asunto, son los periodistas. Aquí mis colegas se han lucido. Hablan de la supuesta dimisión del Presidente de la Corte Suprema de Justicia apoyándose en un mensaje en Tweeter que apareció en la cuenta oficial del Vice presidente de la República. Qué le costaba al hasta entonces Presidente de la Corte Suprema de Justicia convocar a los medios y deponer públicamente su cargo. ¿Es que acaso, el Vice Presidente se ha convertido en el portavoz del Presidente de la Corte Suprema de Justicia?

En tanto que lo primero no ha sucedido y lo segundo, sólo encajaría en la mente de un habitante de Nambula, a la hora de la verdad, lo único sostenible es que al Presidente lo han cesado, tal y como se cesa a la gente en ese país, por televisión, porque hace tiempo que los medios de Comunicación Nacional se convirtieron en el Boletín Oficial del Estado.